jueves, 13 de octubre de 2011

Lluvias dejaron 1.500 viviendas con daños

Un inmenso dolor los invade cada vez que recuerdan que lo perdieron todo. El chaparrón del pasado martes en la madrugada fue inclemente con ellos. A falta de un techo propio, 55 adultos y 35 niños hoy se refugian en la escuela regional Felipe Hernández.

Tragó grueso para no llorar. Maite Atencio, morena de 32 años, quedó en la calle. Mientras sostenía en brazos a su bebe de tan sólo un año, relató el calvario que vivió junto a su tres hijos cuando un afluente de la cañada Fénix se salió de su cauce. Eran las 3.00 de la mañana. El niño de nueve años se mojó los pies. Su grito despertó la desesperación de su madre, quien al abrir los ojos se percató que estaba completamente rodeada de agua.

Los muebles, los electrodomésticos y las camas estaban empapados. El agua sobrepasó su rodilla. Junto a varios integrantes de su comunidad tomaron la escuela del sector Felipe Hernández, en la parroquia  Francisco Eugenio Bustamante. Allí son atendidos por la Gobernación del Zulia.

Recibieron leche, pollo, avena, concentrados de frutas, arroz, aceite, azúcar, medicinas y colchones; pero junto al resto de los refugiados anhela que llegue el agua potable.

En el limbo

Las fuertes precipitaciones del pasado martes dejaron un saldo de dos mil familias afectadas en Maracaibo. Neylla Arrollo (32) no pasó una noche muy buena luego del aguacero. Durmió en el piso. A sus tres niños los acostó en una colchoneta que estaba emparamada. No le importa lo que digan las autoridades o los reportes, pues ella se considera damnificada.

Corpulenta, de tez morena, vestía una franela blanca y un pantalón gris que una vecina le prestó, pues perdió toda su ropa cuando producto del desbordamiento de la cañada Morillo, el agua entró a su vivienda. Con ella viven sus padres y sus tres hijos. Todos quedaron en la calle.

Indignada, conversó con La Verdad mientras comía en un pequeño plato rojo una porción de pasta con carne que una amiga le dio. La corriente acabó con la comida, los muebles, la nevera, la cocina, la lavadora y hasta con su cédula de identidad.

“Tanto que sufre un pobre para comprar sus cosas y en un abrir y cerrar de ojos ya no tenemos nada”.

Se gana el sustento como servicio domestico, pero tiene dos días sin ir a trabajar. Sólo piensa en cómo recuperar sus cosas, pero no cuenta con los recursos necesarios. Clama por la mirada de algún ente que le regale un poco de agua. Toda la que tenía en la nevera se le llenó de barro.

Está cansada. Al igual que quienes están en el refugio suplica por un cambio de vivienda, pues no es la primera vez que se inunda. Este año ya van tres veces. En Arismendi, lugar de su residencia, teme por la vida de sus seres queridos, quienes luego del aguacero están sometidos a todo tipo de infecciones. Su mamá sufre osteoporosis y el ambiente húmedo redobla el dolor en sus huesos.

Ayudas

En muchos hogares techos y paredes se desplomaron debido a la intensidad de las precipitaciones. Orlando Cuabro, presidente de Instituto Regional de Vivienda y Hábitat del Zulia, comentó, en nota de prensa, que ayer inició un censo entre los afectados, a fin de determinar quiénes necesitan sustitución de viviendas.

"Por ahora debemos solucionar los problemas urgentes. Nos mantenemos activados en esta tarea de ayudar. Hay más de mil hombres desplegados en San Francisco y Maracaibo con maquinaria pesada para la remoción de escombros. Queremos que todo vuelva a la normalidad”.


Marquez, L. (2011, Octubre 13) Lluvias dejaron 1.500 viviendas con daños. La Verdad. Disponible en: http://www.laverdad.com/detnotic.php?CodNotic=71223

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